Nadie es inmune a pillar una gripe o un resfriado en ninguna época del año pero especialmente, dadas las características de los virus que provocan estas enfermedades broncopulmonares, la entrada del frío en la península en noviembre provee de unas condiciones que permiten a estos virus tener una mayor pervivencia en el aire.

A consecuencia de ello, la probabilidad de que infecten a más personas aumenta en esta época respecto a las estaciones más cálidas.

En resumen: ya han comenzado los cambios de temperatura, así que no es mala idea que tomemos medidas. Te contamos las claves para que no te compliquen la vida.

Lo primero es saber cuáles son las pautas y hábitos saludables para no contagiarnos.

-Lávate las manos: hay que hacerlo con frecuencia y bien. Basta agua y jabón y hay que frotarse bien entre los dedos y bajo las uñas. Tenemos que pensar que es casi inevitable que en algún momento demos la mano a alguien y también que nos llevemos dicha mano a la boca o la nariz. Si la persona saludada estaba infectada, nos pasará así la infección. Del mismo modo, al tocarnos la nariz le podemos pasar nosotros la infección a dicha persona o a otra.

-No te lleves las manos a la boca o a la nariz; las mucosas son una zona de entrada del virus que debemos proteger.

-Usa agua caliente y detergente al lavar platos y vasos. Si te limitas sólo a aclararlos, no acabarás con el virus.

-Haz ejercicio cada día. Potencia la eliminación de toxinas y gérmenes y aumenta la velocidad a la que la sangre, en la cual están los glóbulos blancos (las células defensivas), circula en el organismo. Nos mantiene más fuertes y evita el estrés que es un factor importante de descenso de las defensas.

-Aléjate del tabaco y del alcohol. Además de dañinos, te vuelven más vulnerable. El primero supone un sobreesfuerzo a los pulmones, reduce las defensas bronquiales y lesiona el conducto respiratorio. El segundo reseca las mucosas.

-Cuida la humedad ambiental. De ella depende en buena parte la humedad de las mucosas de la nariz y la garganta. La sequedad en estas mucosas favorece la infección. Para conseguirlo van bien los humidificadores eléctricos que emiten vapor, pero si no tienes, conseguirás el mismo efecto dejando un cuenco de agua en la habitación.

-Ventila bien las habitaciones. La mayoría de nosotros somos portadores en estas épocas de una cierta carga vírica en nuestro cuerpo, aunque no tiene por qué superar el número crítico de individuos como para desencadenar la afección broncopulmonar. Lo normal es que por la noche, en las habitaciones, y también en las zonas de la casa donde se reúna más gente, se cargue el aire de virus, con lo que aumenta la probabilidad de que las personas que las habitan aumenten su carga vírica y puedan llegar a desarrollar el catarro. Una ventilación regular evitará este problema.

-Lava la ropa de cama con más frecuencia. En la cama respiramos, tosemos, roncamos y expulsamos numerosos virus que acaban sobre las sábanas, con la capacidad de pervivir más de una semana si la temperatura no es muy elevada. Día a día, aumentamos la carga vírica de las sábanas de modo que la probabilidad de afección se multiplica. Preventivamente, si sabemos que hay una epidemia de gripe o catarros, es mejor lavar las sábanas dos veces por semana. Especialmente si tenemos niños pequeños, en cuyo caso podemos aumentar la frecuencia a tres veces.

-Lleva siempre encima pañuelos desechables. Al estornudar expulsamos carga vírica de nuestro cuerpo y la lanzamos contra el entorno como un aspersor. Lo lógico es que nos tapemos la nariz y la boca para evitar infectar a otras personas. Pero de este modo concentramos la infección en nuestras manos y la aumentaremos si nos tocamos la boca o la nariz. Si usamos un pañuelo desechable sobre el que estornudar, evitaremos mancharnos las manos.

-Evita las acumulaciones de gente en zonas poco ventiladas. Debemos evitar ambientes caldeados donde se mueva poco el aire: andenes de metro y vagones llenos, colas, ascensores grandes, aulas cerradas, etc. Si no podemos, al menos seremos conscientes de que son lugares de riesgo y podemos llevar una mascarilla o ponernos un pañuelo en la boca y la nariz. En el caso de niños en edad escolar, estas concentraciones son inevitables, con lo que respecto a ellos deberemos extremar el resto de estrategias, aunque sin hacer que se sientan presionados. El objetivo debe ser educarlos para que ellos mismos asuman estas prevenciones.

-Procurar no incurrir en cambios bruscos de temperatura. Más que el frío, son los cambios bruscos de calor a frío lo que desestabiliza nuestro cuerpo. A ello debemos sumar que con el descenso de las horas de luz, nuestro cuerpo se inmunodeprime. La gripe infecta con mayor facilidad a una persona inmunodeprimida que a otra con un bien nivel de defensas, si bien las personas con altas defensas también pueden ser infectadas.

Si ya estás enfermo, el primer paso será diferenciar si se trata de una gripe o un resfriado, ya que en los casos más leves de gripe, se pueden confundir entre sí y podemos dudar sobre cómo actuar.

  • Los catarros están causados por un gran número de familias de virus pero la gripe sólo por el de la gripe.
  • El tiempo de incubación es distinto: el de la gripe es de 18 a 36 horas (1-2 días), mientras que el resfriado puede ser hasta de 72 horas (3 días).
  • Una vez incubada, la gripe tiene un inicio rápido, mientras que el resfriado aparece poco a poco. De ahí que tendamos a dejarlo pasar y se agrave.
  • En cuanto a los síntomas, dos, sobre todo, diferencian una gripe de un resfriado: la fiebre alta (en el catarro la fiebre, si aparece, es baja) y el dolor de huesos o un gran malestar general. La sintomatología del catarro es leve (estornudos, congestión y secreción nasal, dolor de garganta, cefalea, malestar general, tos…) mientras que la gripe se presenta con escalofríos, fiebre, debilidad, dolores musculares, falta de apetito, cefalea, tos seca, dolor de garganta intenso y obstrucción nasal, síntomas, estos últimos, que se intensifican según disminuyen los primeros.

En cualquier caso, no hay que acudir a los antibióticos porque no son eficaces en las infecciones víricas. Los antibióticos no solo no ayudan en nada a luchar contra los virus, sino que incluso pueden contribuir a su entrada al afectar nuestra flora intestinal, formada por numerosas bacterias que, se cree, ayudan a la defensa frente a las afecciones mediante diversos mecanismos. Una flora enferma es síntoma de un individuo propenso a las enfermedades.

Los antibióticos sólo están indicados si se ha producido una sobreinfección bacteriana. Utilizar antibióticos cuando no resultan eficaces sólo nos expone a riesgos innecesarios (efectos secundarios indeseables y posibles reacciones alérgicas). Además, alteraremos la ecología de nuestra población bacteriana, eliminando las especies sensibles y favoreciendo el crecimiento de bacterias resistentes que se pueden diseminar: sin querer, contribuimos a crear resistencias y, por lo tanto, a que determinados antibióticos dejen de ser útiles cuando llegue el momento de necesitarlos.

Actualmente no hay nada que cure un resfriado. Sólo se puede actuar sobre los síntomas para disminuirlos. A continuación te apuntamos algunos consejos que te aliviarán:

-Bebe abundante agua. Es imprescindible para mantener limpio el organismo de toxinas, combatir la deshidratación en caso de fiebre y descongestionarte (fluidifica las secreciones). Procura beber  dos litros y medio de agua.

-Manten una dieta rica en vegetales, especialmente ensaladas. Las vitaminas ayudan a mantener un sistema inmunitario en forma, pero deben ser de origen natural, es decir ingeridas a partir de productos que las contengan o ayuden a sintetizarlas. Estos productos son toda suerte de productos vegetales, especialmente crudos, como hoja verde de ensalada, frutos secos, zanahorias, aguacates, pimiento, pepinos, cereales integrales, etc.

-Toma un analgésico suave, como el paracetamol o la aspirina. Así podrás aliviar síntomas como la fiebre, el dolor de cabeza y el malestar general. No recurras a los antibióticos.

-Realiza gárgaras con agua tibia con sal y bicarbonato: facilita la respiración y la movilidad de las secreciones del aparato respiratorio. Asimismo, para ayudarte a respirar, descansa con la cabeza un poco elevada sobre la almohada.

-Cambia el cepillo de dientes. Los virus proliferan en medios húmedos y pueden permanecer vivos durante un tiempo en este medio. Usar de forma continuada el mismo cepillo de dientes cuando estamos enfermos puede ser la causa de reinfectarte una y otra vez (esos constipados perpetuos). Por eso, renueva tu cepillo siempre que tengas un catarro.

-Aléjate de los lugares concurridos. Los virus se propagan mediante el contacto y por medio de partículas aéreas. Por esto, conviene evitar en lo posible los lugares aglomerados (transporte público, centros comerciales, colegios o guarderías…); o, por lo menos, protegerse de quienes estornuden o tosan.

-Relájate. La ansiedad y el estrés debilitan las defensas porque ‘roban’ energía al organismo. Practica yoga, taichí, meditación, estiramientos (son oxigenantes).

Toda precaución es poca y siempre conviene que refuerces tu sistema inmunitario para evitar enfermedades y contagios, por eso estos son algunos de los productos que El Boticario en casa te recomienda:

[fac_button icon=”hand-o-right” name=”Sistema Inmunitario” title=”Sistema Inmunitario” text=”Sistema Inmunitario” link=”https://www.elboticarioencasa.com/salud-y-bienestar/salud-y-bienestar-sistema-inmunitario” target=”_blank” color_hover=”#21d3c1″ background=”#1e73be” border_color=”#bcbcbc”]

Pin It on Pinterest

Diseñado y desarrollado por Agencia de diseño web en Cádiz dev2bit