La calvicie es un problema que afecta tanto a hombres como a mujeres, sin embargo se desarrolla en mayor medida en los hombres, afectando muy negativamente en gran parte de los casos,  la autoestima y la confianza en si mismo.

Para entender nuestra preocupación con la caída del cabello hay que remontarse varios milenios. Hace 3.500 años se escribió el Papiro Ebers, el documento médico más antiguo que conocemos. Y en sus 877 remedios para todo tipo de enfermedades y aflicciones ya existía una fórmula para evitar la calvicie, tanto en hombres como en mujeres.

Es un ejemplo de la importancia que le damos al cabello, de forma inmutable a través de las eras. Y que nos indica que su pérdida es más seria de lo que creemos. Sobre todo a nivel psicológico, donde los afectados sufren todo tipo de problemas. En dos estudios realizados en 2005 se profundizaba en el impacto mental de aquellos que pierden pelo. El primero de ellos. un metaestudio que analizaba todos los casos conocidos desde los 80, demostraba que el cambio era un factor de estrés, depresión y, en general, de una peor calidad de vida, afectando tanto a las relaciones personales como a la carrera profesional.

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El segundo, centrado en los hombres, y realizado entre ciudadanos de los principales países europeos, examinaba qué partes de nuestra personalidad se ven afectadas por la alopecia. Más de dos tercios de los europeos declaraban que el cabello era una de sus principales características de imagen personal. Y un porcentaje similar concluía que su pérdida afectaba a su autoestima.

De múltiples maneras: entre un tercio y la mitad de los hombres sentían que estaban perdiendo una parte importante de su atractivo personal, así como confesaban el miedo a quedarse calvos y a hacerse mayores. La quinta parte de los participantes sentían que la pérdida del cabello tendría efectos negativos en su vida social y mostraban síntomas depresivos. En lo afectivo, más de un tercio de los hombres sin relación estable temían que afectase a sus posibilidades de establecer relaciones.

Pero el dato más importante es el de la reticencia: menos de un 10% de los sujetos del estudio buscaban remedio a la calvicie, convencidos de que sigue siendo algo relegado a pócimas milagrosas egipcias y ungüentos ineficaces. Y, sin embargo, entre los pocos que se sometieron a tratamiento y experimentaron mejoría (tres cuartas partes de esos valientes), la mejora psicológica era notable: la autoimagen, la percepción de uno mismo que llevamos como bandera en la vida, era mejor entre aquellos que se atrevían a ir más allá del tabú social y buscaban una solución real a sus problemas.

Fuente: La calvicie tiene tratamiento, pero uno de sus efectos psicológicos es que nos negamos a buscarlo. CQ.

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