El aceite de aliva ha sido usado históricamente como bálsamo, tonificante, hidrante y reparador de la piel, las cutículas y el cabello. En todas las épocas, las creencias populares lo han dotado de propiedades curativas, reparadoras, antiinflamatorias y lo han usado como elemento para el aseo y la belleza personal.

El aceite de oliva servía para el aseo personal mucho antes de la existencia del jabón y del uso del agua para la higiene. En la antigua civilización Egipcia era usado como elemento básico entre las clases más altas como parte de perfumes, ungüentos y baños. En la antigua Grecia y Roma se frotaba con bálsamos de aceite de oliva a los atletas de los juegos olímpicos y luchadores para tonificar su musculatura y prepararla para la actividad física. Galeno en el siglo II d.C. fabricó la primera crema hidratante con base de aceite de oliva, agua  y cera de abejas. El yacimiento arqueológico de Pyrgos en Chipre da muestra del uso de Aceite de Oliva en perfumería y cosmética desde hace más de 4000 años.

En Mesopotámia  y Egipto se usaban compuestos jabonosos para la limpieza de fibras textiles, algodón, lana y piel que se obtenían de mezclar una grasa animal o vegetal con una sustancia alcalina. Los musulmanes siguieron investigando sobre la elaboración del jabón y fueron los primeros en mezclar aceites y cenizas – sustancias alcalinas (al-qali). En la Edad Media algunas ciudades del Mediterráneo como Marsella, Génova, Savona y Venecia iniciaron una floreciente industria jabonera, y a partir del siglo XV los jabones con Aceite de Oliva comenzaron a expandirse por toda Europa y fueron muy valorados para el cuidado corporal.

Hoy en día, el aceite de oliva se sigue utilizando con fines cosméticos en infinidad de mascarillas capilares, cremas hidratantes, productos para fortalecer las cutículas y la epidermis, para dotar de brillo al cabello y para mejorar la tonicidad y tersura de la piel.

El aceite de oliva virgen aplicado a la cosmética, conserva los antioxidantes naturales, vitaminas y otros elementos de presencia minoritaria. Entre los ácidos grasos, predomina el ácido oleico (más de dos tercios del contenido total); estos ácidos grasos contribuyen a mantener la hidratación de la piel y favorecen la conservación de la membrana celular.

Los triglicéridos, ácidos grasos e hidrocarburos como el escualeno presentes en el aceite de oliva, participan en el mantenimiento de la cohesión celular de la capa externa de la piel, favorecen la conservación del nivel de hidratación de la piel, y favorecen su flexibilidad al paliar la deficiencia de lípidos. Por otra parte, las sustancias antioxidantes (polifenoles, vitamina E y ácido oleico) actúan fijando los radicales libres, lo que contribuye a retrasar el envejecimiento cutáneo.

 

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