La piel de los niños es mucho más sensible a los efectos nocivos del sol que la de los adultos, por eso los daños pueden ser mayores, ya que tienen una piel más fina y un sistema pigmentario inmaduro. Os dejamos estos consejos de la mano de La Roche Posay para que siempre estén adecuadamente protegidos.

Linea solar infantil | El Boticario en casa

Linea solar infantil | El Boticario en casa

Mientras los adultos están familiarizados con los peligros del sol, no siempre son conscientes de la extrema vulnerabilidad de los pequeños. La piel de los niños, que está todavía desarrollándose, es inmadura y por tanto más vulnerable a la violencia del sol:

  • Es más vulnerable a un daño celular más profundo debido a que su piel es más fina.
  • Con un sistema pigmentario menos desarrollado, no tienen un sistema de defensa (algo que ayuda en los adultos a proteger la piel contra la radiación UV)

Esta es la razón por la que los niños deben estar protegidos por completo, incluso más que los adultos.

Los niños son muy vulnerables a las quemaduras solares, al daño celular y a la insolación

El 50% del capital solar lo agotamos antes de los 20 años.
Y una de 55 personas nacidas en 2008 tendrán algún día un melanoma.

¿Por qué? Los niños están sobreexpuestos a la radiación UV.

En las vacaciones, un tercio de los niños pasan una media de 15 horas a la semana en bañador: esto es demasiado.
Sobre todo si consideramos que el agua y la arena reflejan el 30% de la radiación UV.

Y a estas edades, los niños no son capaces de evaluar el daño.
Las consecuencias: Solo se dan cuenta de las molestias cuando el daño ya está hecho:

Las quemaduras solares y las agresiones celulares profundas provocan daños irreversibles y hacen que la piel se vuelva frágil a largo plazo (aceleración del envejecimiento celular, mayor riesgo de desarrollar cáncer de piel a lo largo de la vida).

Este daño asentado profundamente puede producir riesgo de deshidratación o de una insolación.

Tratamientos
Protégelos desde que son pequeños. Proteger a tus hijos significa educarles primero y antes que nada. Un estudio dirigido en Alemania sobre niños pequeños demostraba que la educación solar aumenta los buenos hábitos de protección en un 500%:

  • Evitar las horas de más calor (entre las 12 p.m. y las 4 p. m.) animando a que jueguen en la sombra o a una siesta.
  • Llevar un sombrero de ala ancha, gafas de sol con lentes con filtros y ropa oscura (una camiseta negra protege más que una blanca)
  • Aplica protección solar con frecuencia y de manera generosa (por lo menos cada 2 horas y después de cada baño) por toda la piel expuesta… ¡sin olvidar la nuca, las orejas y los pies!
  • Elige una crema que esté formulada especialmente para niños, con un índice de protección de 50 que sea resistente al agua y a la arena.
  • Bebe con regularidad.

¡CUIDADO! Antes de los tres años, toda la profesión médica al completo recomienda evitar el sol por completo. 

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